
Corría el año de gracia de 1958, cuando un fornido hombre nacido en el bárbaro continente americano, Richard Fleischer, nos trajo la aventura definitiva sobre esa raza legendaria proveniente de las tierras del norte: los vikingos. Sobre unas pinturas que funcionan a modo de fresco histórico de la época en la que se va a desarrollar la acción, la portentosa voz en off de Orson Welles nos pone en situación: estamos en el siglo IX d.c. y los ataques de los vikingos a territorios ingleses se suceden. Nos preparamos a disfrutar de un relato rebosante de peripecias: amor, amistad, traición, batallas y honor.

En una noche de sangre y fuego el vikingo Ragnar (Ernest Borgnine) asalta el campamento de un monarca inglés, le da muerte y viola a su esposa. Tiempo después el primo del asesinado, Aella (Frank Thring) se hace con el trono. Es un hombre amanerado, pusilánime y ambicioso. Lo que todo el mundo ignora es que la reina, fruto de la posesión de Ragnar, está embarazada. Solo ella y el padre Godwin saben el secreto. Cuando nace el niño, ante el temor de que Aella acabe con su vida por miedo a perder el reino, deciden mandarlo en compañía de un monje a Italia. Antes de la marcha se le coloca un collar que en el futuro servirá para identificarlo como sucesor al trono de Northumbria.

Pasados veinte años Aella pretende casarse con la hija del rey de Gales, Morgana (Janet Leigh) y se enfrenta a su primo, otro más, Lord Egbert (James Donald), al que acusa de conspirar con los vikingos y de fomentar ciertos rumores sobre un heredero al trono mandado al exilio. Lord Egbert, ante la posibilidad de ser ejecutado por el rey, escapa gracias a la ayuda de Ragnar, por lo que se confirma su acuerdo secreto con los vikingos.

Cuando el barco llega a las tierras de Ragnar, conoceremos al hijo de éste, Einar (Kirk Douglas) y al esclavo Eric (Tony Curtis). Einar es un hombre alegre pero violento, amante de las mujeres y a diferencia del resto de su pueblo no luce barba. Un día su halcón es humillado por el del esclavo Eric y fruto de una pelea, Einar pierde un ojo a manos del ave rapaz de Eric. Sometido a juicio será condenado a una charca repleta de cangrejos caníbales en donde morirá ahogado cuando suba la marea. Si logra sobrevivir el primero que lo reclame será de su propiedad. Ayudado por Odín el esclavo logra salir con vida, siendo reclamado por Lorg Egbert, ya que éste ha reconocido el collar que lo identifica como el hijo fruto de la violación de la reina por parte de Ragnar...

Este argumento con apariencia de folletín de telenovela se desarrolla en una de las más grandes películas de aventuras jamás filmada: "Los vikingos". Una vez desarrollado en imágenes lo que podría parecer el argumento de un culebrón, no encontramos con la historia de unos personajes que, en realidad, ignoran el gran secreto de sus vínculos de sangre. Odio y barbarie se nos presentan como el carácter que da forma a esta épica aventura, con paisajes de gran belleza y relaciones viscerales.
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