Desde hace un tiempo se oye hablar del calendario maya. Esta civilización presenta características únicas que merecen ser tenidas en cuenta. Los mayas erigieron ciudades y conjuntos arquitectónicos muy complejos, es sin duda la civiización de su época que más y mejor construyó. Sus ciudades y monumentos empequeñecen el legado de Grecia o de Egipto por poner dos ejemplos. Sin embargo, esta civilización desapareció de un día para otro sin dejar rastro, dejando que sus ciudades se perdiesen en la selva. Los descendientes de esta cultura, que encontraron los exploradores europeos del siglo XV y XVI, no eran más que una sombra de la grandeza de esta civilización. Pueblos que ocuparon sus ciudades más accesibles tras su desaparición pero que no heredaron ni su cultura ni sus conocimientos.
Cómo resultado de este exhaustivo estudio, los mayas desarrollaron un calendario de extraordinaria precisión. Este calendario fue tan influyente que incluso el papa Gregorio se basó en él al actualizar el obsoleto calendario juliano utilizado hasta la época. Un dato curioso si tenemos en cuenta el desprecio que los europeos sentían por todo lo relacionado con una cultura pagana como la maya,
Este calendario presentaba unas características especiales, marcaba el final del mundo en diciembre de nuestro año 2012, para ello se basaba en complicados cálculos astronómicos basados en en distintas teorías teológicas. Además, los mayas marcaron determinados hitos históricos que deberían cumplirse. Acertaron en todos, sorprende especialmente la exactitud en las predicciones que hicieron sobre la caida de su propio imperio y la posterior llegada de los europeos a América.
Estos aciertos pusieron en alerta a las naciones europeas que siempre tuvieron en cuenta esta fecha marcada, que por otro lado, parecía coincidir con las predicciones realizadas por otros famosos astrólogos de la época como Nostradamus o el anterior y mucho más respetado por la iglesia, San Malaquías. Es importante destacar que ambos basaron sus predicciones en estudios astronómicos y astrológicos.
Lo que más asombra de los mayas es su conocimiento astronómico, toda su civilización se basó en el estudio y en en análisis de los astros, la sociedad giraba en torno a este conocimiento y le dedicaron casi todos sus recursos disponibles durante varios siglos. Como resultado, se construyeron espectaculares observatorios astronómicos y edificios de todo tipo relacionados con el estudio del cielo. Los investigadores aún se asombran de la exactitud del palacio real de Palenque, donde un rayo de sol ilumina el trono real exactamente a las 12 del mediodía de cada solsticio de verano.
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